miércoles, 19 de diciembre de 2007

El poder de los sueños: sublime grandeza en la más inesperada humildad

Un amigo me acaba de enviar un enlace a su blog (sontrespalabras.blogspot.com) para que viese este vídeo. Me ha gustado tanto que he querido inmediatamente añadirlo al mío.
Curiosamente el tema que interpreta es "Nessun Dorma", "Que nadie duerma" de la ópera Turandot de Puccini y el protagonista de nuestro vídeo, es buen ejemplo de ello: nunca durmió, tenía (y afortunadamente tiene) un sueño al que nunca renunció, un sueño que siempre estuvo con él y que, como si de un motor se tratase, le daba impulsos y energías para poder seguir adelante en su probablemente rutinaria y ajetreada vida.
Por eso estaba allí. A pesar de su edad, de su poco favorecido aspecto, de su inseguridad y supongo que también de los siempre tan inhibidores qué dirán a los que pensaba se enfrentaría si daba el paso. Pero nada de esto fue suficiente para hacerle cambiar de opinión.
Manuel Marías dice: "Somos lo que soñamos ser; y ese sueño, no es una meta, sino una energía". Si esto es así, y yo lo creo, entonces él ya era grande; más aún: siempre lo fue. Lo que ocurrío ese día y sus consecuencias fue simplemente una constatación de esto mismo.
Es por todos estos motivos por los que he incluído esta entrada en la sección "Luminaria". Si sabéis de qué va la sección, creo que lo entenderéis en cuanto lo veáis, porque, simplemente, no hacen falta más palabras.
En este sentido debo añadir que aunque los comentarios de unos y otros y del propio protagonista son muy ilustrativos y añaden datos muy a tener en cuenta para lo comentado más arriba, una vez más, la música se revela como el mejor, más directo y sublime de todos los lenguajes.
Dedicado en especial a todas aquellas personas que, como yo, seguimos, a pesar del tiempo y la vida que nos pasa, soñando; espero que os emocione tanto como a mí. Un abrazo.

Ed.



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